viernes, 16 de septiembre de 2011

Mi experiencia akáshica

UN MENSAJE, UN REGALO
por Alejandra Mitnik
Estoy acostumbrada a encontrar soluciones en los instantes siguientes a los que me levanto.
Lo tomo como resultado de la aplicación de ciertos ejercicios que aprendí mediante concentración mental.
Es sumamente placentero hacerlo y muy gratificante para mí.
Algo así como transportarme a un mundo que está más allá de mi realidad, pero dentro de mi cabeza.
Antes de dormir, doy las órdenes a mi cerebro de manera autohipnótica.
Confío en que mi mente buscará la respuesta y me la dará en los primeros minutos en los que aún no me habré despertado del todo.
Es en ese corto período de tiempo en el que mis ondas cerebrales están en una longitud de onda Alfa y puedo abrirme a recibir información que antes no tenía.
Ya no me sorprendo cuando esto sucede y siempre me satisface comprobar cómo esta sencilla técnica tiene un profundo efecto para mi actividad diaria.

Ayer, decidí ir un poco más allá.
No fue algo premeditado.
Me surgió del alma.
Y el resultado, cambió mi forma de pensar en relación a la muerte y al significado de la vida.
Aún estoy conmovida.
Y se me pone la piel de gallina.
No sé qué explicaciones científicas darle, ni si vale la pena buscarlas.
Pero sí creo que deba dejarlo aquí sentado para volver a recordarlo alguna vez.

Recientemente, falleció la madre de una amiga.
Una muerte tranquila, sellada con una lágrima antes de dar su último suspiro.
Mi amiga se pregunta: ¿Qué significado tendría dicha lágrima? ¿Acaso habría percibido algo que la conmoviera?
Mientras me relata los acontecimientos, pienso en un deseo: "Por favor, permítanme darle un regalo. Si la mamá quiere decirme algo, que mañana al levantarme yo reciba ese mensaje de una manera clara, para que su hija pueda entenderlo".
Por la noche, me acuesto pensando en este deseo y lo repito antes de irme a dormir: "Me gustaría poder hacer este regalo. Si la mamá aún permanece en este plano y quiere dejarle un mensaje a su hija a través mío, por favor, que sea algo que ella lo pueda reconocer y entender".
Y me dormí.
A la mañana siguiente, como en otras muchas ocasiones antes de despertarme del todo, cerré mis ojos, me concentré en mi deseo y pregunté: "Hay algo que deba decirle a ella?"
Al segundo, apareció un nombre escrito en mi mente. Concretamente, en la zona frontal de mi cabeza. Como si al cerrar los ojos, dirigiera mi atención hacia donde se encuentra mi tercer ojo.
No confiada del todo, volví mentalmente a preguntar:  "¿Es esto lo que debo decirle?" Y el nombre apareció otra vez.
Entonces, suspiré profundamente.

Al comenzar el día, envié un escueto SMS.
"¿M... SIGNIFICA ALGO PARA TI O TU MAMÁ?"
A lo que inmediatamente respondió:
"ERA EL HERMANO QUE MURIÓ ANTES DE NACER YO CON 7 AÑOS. A MI MADRE LE MARCÓ LA VIDA. ¿POR QUÉ?"