Hace poco días tuve la oportunidad de pasear por Bilbao.
Descubrir sus calles, saborear sus recovecos y por supuesto, empaparme con la lluvia que alimenta de verde todo el entorno.
Entre tantas cosas que vi, algo me recordó a una paciente que hace unos años llegó a mi consulta con un pedido claro y decisivo:
-Quiero que me ayudes a ser millonaria.
Ante semejante solicitud, levanté la cabeza de mi cuaderno de notas, la miré fijamente en silencio y después de unos minutos de reflexión, le pregunté:
-¿Y qué sabes hacer?
Su respuesta, fue contundente:
-Dicen que tengo una mano especial para las croquetas, que me salen muy bien y que son únicas.
Los minutos siguientes a su respuesta fueron de intensa actividad para mi cerebro.
Consciente de que sólo dispongo de una hora de sesión, debo ser muy efectiva en el diagnóstico para poder decidir en pocos minutos, qué tipo de técnica aplicar con cada uno de los pacientes.
En el caso que estaba tratando, podía optar por varias opciones pero primero necesitaba descifrar si tenía ante mí, a una verdadera emprendedora, a una soñadora que se quedó en un estadio de fantasía infantil o a la manifestación de otro tipo de síntoma.
El hecho es, que mientras apabullaba a los edificios del casco antiguo con mis fotos, un olor atractivo y estimulante despertaba mi olfato, lo que me hizo llegar hasta una tienda verdaderamente especial.
Un local cuidadosamente diseñado, cálido por sus colores y llamativo por todo lo que había dentro.
Un único producto artesanal elaborado cada día, retirando lo que no se haya vendido en el día anterior, según explicaba el anuncio.
Pero la publicidad no terminaba ahí. "Elaboramos diariamente nuestro producto, hecho con leche fresca de caserío, con el compromiso de conservar el sabor, aroma y textura, que hacen de nuestra croqueta, "una croqueta única".
Y ahí estaban, exponiéndose ordenadamente, al mismo tiempo que gritaban: ¡Cómeme!, croquetas de gambas y puerros, de verduras, de centollo, de chipirón, de bacalao, de huevo y york, de mejillón, de pollo de caserío, de jamón, de carne con piquillo, de hongos boletus, de chistorra, de queso Idiazábal y la exclusiva y novedosa croqueta de chocolate creada por un famoso maestro chocolatero de la zona.
De pronto, unas frases en euskera me vuelven a la realidad.
Sin darme cuenta, atrapada ante la vista de semejante maravilla de la cocina autóctona, había quedado en medio de la puerta impidiendo el paso de entrada a la tienda.
Rápidamente reaccioné y continué con mi visita no guiada con la esperanza de volver antes de mi partida hacia Barcelona para llevar un recuerdo a la familia.
Ya en casa, se me ocurrió mirar franquicias y mi sorpresa fueron los datos:
Facturación prevista el primer año: 240.000 euros
Aperturas previstas para el año en curso: 15
Aperturas previstas para el año que viene: 60
Zonas de expansión prioritarias: Península
Nuevamente vino a mi mente la paciente de las croquetas y juré a mí misma, jamás poner en duda los sueños de nadie, aunque se trate de vender croquetas.
¿Y pensarán ustedes, qué relación tiene esta historia con las Constelaciones Familiares?
Pues, mucha. Pero prefiero dejarlo aquí por secreto profesional.
Mientras tanto, ¡on egin!