Ocurrió hace ya un año.
Fue publicada en el Boletín Oficial de habla hispana de EFT.
Me gustaría volver a compartirlo con ustedes desde este lugar.
EFT AYUDA EN UN CASO DE CÁNCER
Cunit, Prov. de Tarragona, Octubre, 2010
Dictar clases, es algo que me apasiona.
Vengo haciéndolo con ilusión desde que tenía 22 años en la Universidad del país donde nací, Argentina, y en diversas instituciones.
Ante cada nueva clase, se generan en mí un cúmulo de emociones, entre ellas, el deseo y el reto de que pueda aportar enseñanzas y experiencias, siempre positivas.
Hace unos días, dicté mi primer curso de EFT y me gustaría poder compartir lo que viví en esa primera clase.
El curso, subvencionado por el Ayuntamiento, es una de las diversas actividades que ofrece esta entidad a sus ciudadanos.
En esta ocasión se inscribieron 25 personas, entre ellas:
- Los ex alumnos de otros cursos anteriormente dictados por mí. (Estos serían mis aliados)
- Los alumnos que habían escuchado hablar sobre EFT o conocían algo sobre la técnica. (Este era sólo uno).
- Los alumnos que no tenían ni idea de EFT ni de por qué habían elegido este curso. Venían, entonces, a ocupar su tiempo en “algo”, satisfacer su interés por la cultura general, o “a ver qué es eso de la terapia”. (Estos eran la mayoría).
- Los alumnos que se inscribieron porque otro los inscribió o porque algo o alguien les obligó a hacerlo, por ejemplo, el propio Ayuntamiento o un familiar que se lo recomienda. (Así que entre este último grupo tenía al menos dos: la “obligada” y una alumna que pasó a ser el centro de atención de la experiencia que voy a contar).
Nada más entrar al aula, esta alumna, acompañada por su hermana, la responsable de haberla inscripto al curso, me grita desde la puerta: ¡¡¡“Alejandra,¿¿¿qué haces aquí??!!, ¿pero tú vas a dar el curso?, ¿tú eres Psicóloga?, ¿y qué haces trabajando en otra cosa por las mañanas?, ¿y por qué no te dedicas a la Psicología?, ¿es que en lo otro se gana más dinero, verdad?”...
Ante un comienzo tan alentador, arremetí con el video de presentación de EFT, que siempre impacta.
Continué con el ejercicio donde medimos la intensidad de nuestra respiración y luego hacemos tapping. Este ejercicio, fácil, simple, que generalmente no comporta la intervención de emociones, permite demostrar, de qué manera EFT actúa positivamente en algo que todos necesitamos para vivir.
De pronto, mientras les pregunto a los alumnos en que número de la escala colocarían a su respiración, oigo una voz, ya conocida, que interrumpe: “Me siento mal, tengo que salir, voy a vomitar”. Y aclara: “Es que tener que leer la traducción del video tan rápido, me hizo mal...”
Efectivamente, la explicación venía de la misma alumna que, al comienzo de la clase, me había recibido tan calurosamente.
“No puedo, no puedo, voy a vomitar...”, seguía diciendo. La alumna sale fuera rápidamente y a pesar de que deja estupefacción y preocupación en el resto del grupo, cosa que intento calmar, seguimos la clase con un trabajo de práctica de EFT en parejas.
Al volver a entrar la alumna a la clase, se sienta junto a su hermana que le comenta el trabajo a realizar.
Me acerco a ellas y veo que ésta sigue sintiéndose cada vez peor. En esos momentos suena su móvil, comprueba que es su marido y le pide a su hermana que lo apague. Su malestar empeora.
Inmediatamente, interrumpo a todos y les pido que hagamos tapping para esta alumna en sustitución (Técnica de Tapping en Sustitución). Les explico el beneficio de la técnica y cómo se realiza. Así que en pocos segundos, todo el curso está moviendo sus sillas, formando un cemicírculo alrededor de nosotras dos y comenzando, por primera vez en sus vidas, a aplicar EFT.
Empezamos con el PK (Punto Kárate):
“Aunque tengo estas ganas de vomitar, me quiero y acepto, profunda y completamente”.
“Aunque tengo estas náuseas tan asquerosas, me quiero y acepto, profunda y completamente”.
“Aunque me esté sintiendo muy mal, me quiero y acepto, profunda y completamente”.
Como le cuesta mucho expresarse y seguir la técnica, le pido permiso para hacerle el tapping en ella, cosa que acepta. Así que continúo:
Ce (Comienzo de la ceja): “Estas ganas de vomitar”.
LO (Lado del ojo): “Estas náuseas”.
BO (Bajo el ojo): “Este malestar”.
BN (Bajo la nariz): “Yo no sé para qué vine”.
BL (Bajo el labrio): “Estas ganas de vomitar”.
Cl (Clavícula): “Estas náuseas”.
BB (Bajo el labio): “Este malestar”.
BT (Bajo la tetilla): “Esta sensación tan fea”. (Tanto este punto como el anterior, parecen incomodarle al tapear)
Co (Coronilla): “A pesar de que me siento fatal, yo me quiero y acepto, profunda y completamente”.
Le pido que respire profundamente, cosa que hace lentamente, así que sigo tappeando sobre ella una ronda más.
Al terminar, me dice que ya no tiene náuseas pero le duele. Le pregunto dónde le duele. Con dificultad, se pone la mano en el centro del pecho y la va subiendo por el cuello hasta debajo de su oído izquierdo. Le pido que me explique cómo es ese dolor, cómo lo siente. Dice que es como un “latigazo”. Comienza a eructar y bostezar. Explico rápidamente a los alumnos lo que estas reacciones pueden significar y me interrumpe entrecortadamente: “Es que la radiación me ha afectado y tengo problemas de...”, en ese instante, el dolor parece acrecentarse mientras se toca la nuez, de manera que decido retomar rápidamente el tapping sobre ella:
Ce. “Este dolor”.
LO. “Este dolor que empieza en el pecho, continúa por mi garganta y llega hasta mi oído”.
BO. “Este dolor que es como un latigazo”.
BN. “Este grupo tan estupendo que me ayuda”. (La alumna asiente, se emociona y comienzan a asomársele algunas lágrimas)
BL. “Este marido que me sigue a todas partes y no me deja en paz”. (Niega con la cabeza y con el dedo, mientras se ríe sin poder hablar)
Cl. “Este grupo tan maravilloso que me está apoyando”. (Vuelve a asentir y agradece)
BB. “Yo me doy permiso para sentirme mejor”. (Comienza a respirar profundamente)
BT. “Con cada respiración yo me siento mejor”.
Co. “Yo respiro y me siento mucho mejor y por ello, me quiero y me acepto profunda y completamente a mí misma”.
La invito a que haga una inspiración profunda. Ella y todo el grupo lo hacen. Le pregunto cómo está el dolor. Para mi sorpresa, dice que ya se le fue. Le pregunto por las náuseas y dice que ya no las tiene. Le pregunto si desea compartir con el resto de los alumnos que fue lo que le sucedió, qué es lo que tuvo. Dice que no, porque recordar le hace llorar. Y repite, el dolor ya se fue. Ya estoy bien. Miro al grupo. Todos estamos inmensamente sorprendidos. Entonces, les digo gracias y les pido a todos, por favor, un aplauso.
Confieso que como primer ejemplo de aplicación de la técnica, hubiera preferido un caso de dolor en la punta del dedo gordo de un pié o resolver el temor a los bichitos voladores. Sin embargo, no puedo dejar de agradecer que haya sido un caso tan sumamente grave, como un cáncer de tiroides, el que se me haya puesto delante en mi primera presentación.
Esta experiencia me ha demostrado que, EFT funciona aún, cuando el paciente desconoce totalmente la técnica, no cree absolutamente nada en ella y menos “en la terapeuta” que la aplica.
También, me ha servido para conocer el alcance beneficioso que tiene realizar el tapping en grupo, teniendo en cuenta que la alumna salió de su estado de dolor cuando pudo tomar conciencia de que habían otras personas que estaban haciendo algo por ella.
Y me confirmó que, el terapeuta, con su ayuda, puede controlar hasta dónde es posible que el paciente soporte el dolor, disminuyendo su intensidad si es necesario, en este caso, desviando la atención hacia el marido controlador o proponiendo salidas alternativas, como resultaron ser la ayuda de la respiración o el permiso para autosanarse.
Han pasado 4 días y he vuelto a ver a esta alumna. No sólo dijo haber pasado una buena noche después de aquella experiencia, sino que se encontraba mucho mejor. Dijo también, tener ganas de que llegue la próxima clase. Realmente, se la veía muy contenta!
Gracias David Mackay por tus enseñanzas. Gracias a todos los efetistas que comparten su pasión y experiencias por estas técnicas.
Y por supuesto, gracias a mis maravillosos alumnos.
Un saludo para todos, con amor.
Alejandra Mitnik Fischman