Has tenido alguna vez la sensación de que tu hombre se comporta como un niño pequeño?
Por más que le explicas e intentas que entienda tu postura, él sigue respondiendo como si nada le afectara, como si lo que dices no tuviera tanta importancia.
Hasta sus gestos y sus frases preferidas se parecen a los de un crío: "Soy un chico malo!", "Yo soy pequeñito", "Lo hice sin querer", "No te enfades conmigo, cari"...
Estos "hombres niño", viven una realidad personal particular.
Su mundo es un sueño perfecto en el que los problemas son de los otros y a ellos, sólo les toca pasar por al lado.
Los "hombres niño" encajan muy bien con las "mujeres madre" y todo su mundo funciona perfectamente, gracias a ellas.
Las "mujeres madre" tratan a sus hombres como si fueran seres desvalidos a los que hay que cuidar, alimentar, vestir y educar.
En el rol de mamás se defienden estupendamente, siempre de manera resolutoria y expeditiva.
En la relación protectora y alimenticia, se sienten imprescindibles.
¿Qué otra necesidad puede requerir su "hombre niño" más que la de tener su ropa acomodada, planchada y lista, su casa limpia y ordenada, su comida preparada y sabiamente seleccionada y su prole bien atendida?
"Mujer madre" y "hombre niño", tienen entre sí códigos determinados que los une y los vuelve inseparables.
¿Qué podría hacer el uno sin el otro?
La dependencia afectiva se instala tras la necesidad de sentirse cuidado por parte de él y la necesidad de protección y sentirse útil, por parte de ella.
Pero, qué pasa cuando en este tipo de relación aparece algo o alguien que les insta a crecer?
Si aquello que se cruza en el camino promete una nueva forma de protección, una posibilidad de ser importante o la esperanza de ser amado de una manera especial, es factible que la pareja rompa en busca de aquello que simula un atisbo de crecimiento.
Pero ese crecimiento durará poco tiempo tras el que se volverá a ser "hombre niño" de otra "mujer madre" o viceversa
Los "hombres niño" y las "mujeres madre", pueden convertirse en parejas que duren toda la vida, aunque pasen por etapas en las que alguno de los dos se atreva a separarse.
Si no existe una terapia profunda y prolongada, la separación será un leve intento de cambio en el que el pánico a la soledad, a la supervivencia, a la autonomía, será tan grande, que hará que todo vuelva a la rutina anterior.
Una rutina que otorga seguridad y tranquilidad en todos los sentidos.
Sexualmente, los "hombre niño", manifiestan episodios de eyaculación precoz. Ante estos períodos necesitan de mucha atención por parte de sus "mujeres madre".
Dentro de su sexualidad infantil, la masturbación es algo frecuente y no es utilizada como juego o parte del placer sexual que puede ofrecerse mutuamente en la pareja, sino como algo prohibido, no bien visto y escondido.
La "mujer madre", que está al tanto de esto, reprime a su "hombre niño" como si estuviera realizando algo malo y sucio.
Las represalias del trato maternal frente a la sexualidad infantil del "hombre niño", hacen que la "mujer madre" instaure medios de castigo tales como mandar a su compañero a dormir al sofá o no permitirle hacer el amor durante meses.
La comunicación no tiene un ida y vuelta en el que ambos puedan obtener conclusiones y efectuar cambios de conductas.
Los mensajes son unidireccionales y siempre tienen el efecto de imposición y acatamiento.
¿Cómo salir de la simbiosis?
Una terapia que se centre en la creación de expectativas realistas para ambos miembros en la que se estimule la seguridad, la autoconfianza y las oportunidades de crecimiento personal puede ser muy efectiva.
El objetivo es que al cambiar los roles, cada uno pueda reinsertarse de diferente manera sin perderse como pareja. Es decir reencontrándose en la nueva situación de ser dos seres individuales que caminan juntos simplemente como hombre y mujer.
Alejandra Mitnik Fischman es Prof. Lic. en Cias. de la Educación (Argentina), Lic. en Psicología M.N. 9.814 (Argentina), Psicoanalista, ex docente de la Univ. John F. Kennedy (Buenos Aires). Formada en Yoga, Hipnosis Clínica, Constelaciones Familiares, Lectura de Registros Akáshicos y Energética Holográmica (PHE). Especiaista en EFT o Tapping y Experta en Métodos de Relajación y Concentración Mental. Dicta cursos y conferencias en toda España y en el exterior. Ha participado en distintos medios de comunicación. Durante la temporada 2010/2011, tuvo a su cargo el espacio semanal "Teràpies Energétiques amb Alejandra Mitnik" en Calafell Radio. Es una activa escritora cuyos reportes, casos y cursos pueden seguirse a través de su blog:“Terapias energéticas con Alejandra Mitnik”
Por más que le explicas e intentas que entienda tu postura, él sigue respondiendo como si nada le afectara, como si lo que dices no tuviera tanta importancia.
Hasta sus gestos y sus frases preferidas se parecen a los de un crío: "Soy un chico malo!", "Yo soy pequeñito", "Lo hice sin querer", "No te enfades conmigo, cari"...
Estos "hombres niño", viven una realidad personal particular.
Su mundo es un sueño perfecto en el que los problemas son de los otros y a ellos, sólo les toca pasar por al lado.
Los "hombres niño" encajan muy bien con las "mujeres madre" y todo su mundo funciona perfectamente, gracias a ellas.
Las "mujeres madre" tratan a sus hombres como si fueran seres desvalidos a los que hay que cuidar, alimentar, vestir y educar.
En el rol de mamás se defienden estupendamente, siempre de manera resolutoria y expeditiva.
En la relación protectora y alimenticia, se sienten imprescindibles.
¿Qué otra necesidad puede requerir su "hombre niño" más que la de tener su ropa acomodada, planchada y lista, su casa limpia y ordenada, su comida preparada y sabiamente seleccionada y su prole bien atendida?
"Mujer madre" y "hombre niño", tienen entre sí códigos determinados que los une y los vuelve inseparables.
¿Qué podría hacer el uno sin el otro?
La dependencia afectiva se instala tras la necesidad de sentirse cuidado por parte de él y la necesidad de protección y sentirse útil, por parte de ella.
Pero, qué pasa cuando en este tipo de relación aparece algo o alguien que les insta a crecer?
Si aquello que se cruza en el camino promete una nueva forma de protección, una posibilidad de ser importante o la esperanza de ser amado de una manera especial, es factible que la pareja rompa en busca de aquello que simula un atisbo de crecimiento.
Pero ese crecimiento durará poco tiempo tras el que se volverá a ser "hombre niño" de otra "mujer madre" o viceversa
Los "hombres niño" y las "mujeres madre", pueden convertirse en parejas que duren toda la vida, aunque pasen por etapas en las que alguno de los dos se atreva a separarse.
Si no existe una terapia profunda y prolongada, la separación será un leve intento de cambio en el que el pánico a la soledad, a la supervivencia, a la autonomía, será tan grande, que hará que todo vuelva a la rutina anterior.
Una rutina que otorga seguridad y tranquilidad en todos los sentidos.
Sexualmente, los "hombre niño", manifiestan episodios de eyaculación precoz. Ante estos períodos necesitan de mucha atención por parte de sus "mujeres madre".
Dentro de su sexualidad infantil, la masturbación es algo frecuente y no es utilizada como juego o parte del placer sexual que puede ofrecerse mutuamente en la pareja, sino como algo prohibido, no bien visto y escondido.
La "mujer madre", que está al tanto de esto, reprime a su "hombre niño" como si estuviera realizando algo malo y sucio.
Las represalias del trato maternal frente a la sexualidad infantil del "hombre niño", hacen que la "mujer madre" instaure medios de castigo tales como mandar a su compañero a dormir al sofá o no permitirle hacer el amor durante meses.
La comunicación no tiene un ida y vuelta en el que ambos puedan obtener conclusiones y efectuar cambios de conductas.
Los mensajes son unidireccionales y siempre tienen el efecto de imposición y acatamiento.
¿Cómo salir de la simbiosis?
Una terapia que se centre en la creación de expectativas realistas para ambos miembros en la que se estimule la seguridad, la autoconfianza y las oportunidades de crecimiento personal puede ser muy efectiva.
El objetivo es que al cambiar los roles, cada uno pueda reinsertarse de diferente manera sin perderse como pareja. Es decir reencontrándose en la nueva situación de ser dos seres individuales que caminan juntos simplemente como hombre y mujer.
Alejandra Mitnik Fischman es Prof. Lic. en Cias. de la Educación (Argentina), Lic. en Psicología M.N. 9.814 (Argentina), Psicoanalista, ex docente de la Univ. John F. Kennedy (Buenos Aires). Formada en Yoga, Hipnosis Clínica, Constelaciones Familiares, Lectura de Registros Akáshicos y Energética Holográmica (PHE). Especiaista en EFT o Tapping y Experta en Métodos de Relajación y Concentración Mental. Dicta cursos y conferencias en toda España y en el exterior. Ha participado en distintos medios de comunicación. Durante la temporada 2010/2011, tuvo a su cargo el espacio semanal "Teràpies Energétiques amb Alejandra Mitnik" en Calafell Radio. Es una activa escritora cuyos reportes, casos y cursos pueden seguirse a través de su blog:“Terapias energéticas con Alejandra Mitnik”