A pesar de que expliquemos una y otra vez cuánto afecta emocionalmente a los niños los enfrentamientos entre sus progenitores, un ejemplo vale más que mil palabras.
Aquí comparto una breva charla mantenida por WatspApp con un paciente de 11 años.
Gracias a A.P por permitirme compartirla.
23:16
- Hola!!! ¿Ya tienes móvil?
- Sí. Por fin.
- !Me alegro mucho! ¡¡¡Lo has conseguido!!! ¿Cómo te van las cosas?
- Muy bien. Mejor que nunca.
- ¿Y eso? ¿Qué pasó?
- No sé. El papa está mejor.
- ¿Lo has hablado con tu mamá?
- No, porque con ella también está bien.
- Pues me alegro mucho. Ahora que tienes móvil puedes comentarme lo que necesites. ¿Te parece?
- Vale.
00:15
- Ahora, hace poco, el papa y la mama se han puesto a gritarse. No sé por qué. Pero estaban gritando.
- ¿Ahora mismo?
- Hará una media hora, por ahí. Pero ya han parado.
- ¿Y qué haces tan tarde despierto, además de wasapear?
- No sé.
- ¿Estás en la cama?
- No.
- ¿No tienes sueño?
- No.
- A veces las personas se quieren de forma diferente a la que consideramos lógica.
- Sí. Ya. ¿Entonces es normal?
- Sí. Es normal y tú no tienes que preocuparte.
- ¡Ahhh!, vale. Bueno, creo que al final sí que me iré a la cama.
- Entonces que descanses y tengas lindos sueños.
- Vale. Gracias. Igualmente. Buenas noches.
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