miércoles, 28 de septiembre de 2011

"TRAS LA LENTA VENTANA "

No puedo decir su  verdadero nombre, así que lo llamaré Joan Pau.
No puedo explicar demasiado, porque con simples detalles se sabría.
Pero si puedo escribir sobre el por qué de lo grande que le queda la soledad, a sus 78 años, sin su amada esposa que hoy, justo hoy, hace 60 días, se le fue de su vida.
Desde el primer instante de la sesión se desarma.
Su memoria está intacta y revive cada momento de los últimos años de la enfermedad que se lo llevó. 
Hubiera deseado que también se lo llevara a él. 
Tan grande era su amor!
Y repite: "Era dulce como la miel. Era dulce como la miel. Dulce como la miel. 
Y sus ojos se van hacia el recuerdo del día en que muere su propia madre. Y explica cómo desde ese mismo instante, su padre, decide dejar de hablar. 
Y hasta hace el gesto de agacharse y meter la cabeza hacia dentro... Así se puso, me muestra. Ya no quería comer. Murió a los 3 meses de tristeza. Mi padre, repite, murió de tristeza.
Joan Pau, tiene un diario que escribe desde que su primer hijo nació. Es algo personal. Sólo para él. "Tal vez, algún día, lo quemaré", me advierte.
Y me explica que hay unas palabras escritas para su esposa que han salido de él, no de un poema u algún escritor.
Le pregunto si podría compartirlas conmigo y me dice que sí, que por qué no.
Y me lleva en sus asociaciones a la habitación donde aún quedan sus cosas que se le hace difícil volver a ver. Y señala detalles simples como la colcha que había tejido o el cuadro que había pintado y exclama: "Pero cómo podía tener esa letra tan hermosa!..."
La sesión va terminando y siento que queda poco para que se cumplan los 3 meses y repita aquel destino de sus propios papás.
Cómo sacarlo de tanta depresión? Qué podría ilusionarlo de nuevo?
Los duelos llevan tiempo. 
No se cura tan fácilmente el dolor. 
"Yo creo que amé demasiado. Le dí todo lo que podía...", reflexiona.
Entonces le pido que me traiga fotos. 
Y aquel escrito que hizo para ella.
Lo traeré, aceptó.
Y me hablo de sus hijos y hasta de su nuera. "No quiero preocuparla. Es tan sensible...", me dijo.
Y sentí que había dado el primer paso para el camino de vuelta a casa, a sus recuerdos, a tanto amor...


                                                                                                                                                                                                                                                                                   TRAS LA LENTA VENTANA

Te hablaba del tiempo en el que seremos viejos.
La gente muy mayor recorre su pasado al lado de la ventana.
Poco más le queda.
Sus recuerdos, ahí detrás, son interminables y lentos.
Quise decirte que, justo ahí, yo querría estar.
Cuando peines tu pelo blanco.
Y hacerlo por ti,
si tú no puedes.
Todo eso y mucho más te contaba.
Yo ahora, me peino sólo.
Pero si algún día me llegas a peinar tú,
será porque mis manos temblarán demasiado.
 
Te hablaba del tiempo en el que ya seremos viejos.
Tras la lenta ventana de las mañanas y medias tardes
envueltas de paisajes interminables,
en donde el tiempo sólo exista para recordar en paz.
Creo que no me cansaré de mirarte,
cuando cepille tu pelo blanco y, 
aún sin labios, 
pueda amarte 
con mis besos arrugados.

Te hablaba del tiempo,
en el que nos quede sólo el último y preciso recorrido.
Pienso que seremos ricos,
si con un poco suerte,
pasan agradables las tardes, 
tras la lenta ventana.


 Gracias Joan Pau, por tus recuerdos.